miércoles, 16 de agosto de 2017

Miro, observo.
Llevo años haciéndolo.
No soy hablador, pues nadie suele escuchar cuando realmente hablo.

Aprecio las palabras. Son valiosas, fuertes. Mucho más de lo que otros pueden llegar a pensar.

Todo en este mundo se consigue a partir de ellas.

Quiero cambiar, pero odio el cambio.

Mi mente vuela a lugares oscuros sin darme cuenta.

Me pellizco fuertemente cuando oigo esas palabras para no llorar. En su lugar mis labios se curvan hacia arriba. Sigue hablando sin darse cuenta de nada.

Esas palabras que vienen de alguien querido hacen que vuelva esa opresión en el pecho que creía perdida.

No voy a inundar mis ojos, pues estos tienen que verlo todo. Todo lo malo, lo verdadero.

No tengo fuerzas aunque aparente lo contrario. Pero lo único importante es la aparencia, no es cierto?



Para qué escribo? En el fondo quiero que alguien lo lea, lo vea, lo sienta.

Soy egoísta. Como todos. Me digo que no quiero lo que otros tienen pero solo me miento a mí misma.

Me he mentido tanto que a veces hasta lo he creido. Ya soy una experta.

El mundo sigue girando, y lo seguirá haciendo cuando yo no esté. Por qué pienso a menudo en ello? Soy solo alguien, aunque a veces me siento Nadie.

Nadie. Nada. Punto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario